lunes, 21 de diciembre de 2009

Mariano José de Larra y Dolores Armijo



Cuenta la leyenda oficial que Mariano José de Larra (18o9-1837) fue un hombre tumultuoso, emotivo y doliente, como correspondería al tópico del romántico; y que, en la flor de la edad y en la cumbre del éxito, enloqueció por una mujer casada y se voló la cabeza de un disparo por pura deseperanza enamorada.




En 1829, a los veinte años, se había casado con Pepita Wetoret, una niña bien con la que enseguida se llevó muy mal. El matrimonio resultó una catástrofe: Larra era un inmaduro que prefería irse a su tertulia del Parnasillo, en el café del Príncipe, antes que estar con su mujer o ganar dinero para la casa, y Pepita era una persona celosa e insufrible. Tuvieron tres hijos, peo el tercero, nacido en 1833, no fue nunca reconocido por Larra. A principios de 1834, Pepita abandonó el hogar, dejando a Larra con los niños. Mal que bien, él se hizo cargo de ellos. A veces los cuidaba con mimo paternal; a veces les depositaba durante temporadas en casa de sus padres.




La ruptura final del matrimonio final del matrimonio de Larra vino empujada por la relación, conflictiva e intermitente, que éste mantenía con Dolores Armijo. Dolores era una sevillana morena y guapa que escribía poemas y que era la esposa de un tal José María Cambronero. Cuando Larra y ella se conocieron, en 1831, él tenía 22 años y ella apena 20. Los dos llevaban dos años casados, y los dos estaban desencantados de sus cónyuges. La historia es pública y notoria a principios de 1835. El marido de Dolores la saca de Madrid y la destierra a Badajoz. Larra salió detrás de ella acompañado por su amigo el conde de Campo Alange. Llegó hasta Badajoz, pero no consiguió verla; entonces se marchó hacia Portual y luego siguió hasta Londres, y después a París. Estaba huyendo del escándalo y de su propio dolor.




Al regresar de París, Larra se había puesto a buscar a Dolores deseperadamente. Al fin la localilzó a través de un amigo común: estaba en Ávila, pero no quería saber nada de él. Larra le mandó unas letrillas amorosas, y la única respuesta de la bella fue:"Buen hipócrita está"




El marido de Dolores la abandona en 1836. Fígaro debió de creer que, una vez libre, podrían amarse: no había entendido nada. Dolores ya no lo quería; de hecho, tenía otro amante. Dicen que Larra, perdidos por completo los papeles, retó en duelo al rival. Es de imaginar el horror de la mujer: había despertado la atracción fatal de un pelmazo patológico, de un indeseable que la había arrastrado por el escándalo y que seguía persigiéndola de manera inclemente años tras años.




El 13 de febrero de 1837 decidió poner fin a esa pesadilla. Le envió una carta a Larra muy de mañana diciendo que quería pasarse por su casa a hablar con él. Larra, enajenado por su pasión, creyó que venía a a hacer la paces. A la caída de la tarde recibió a Dolores, que llegó acompañada por una amiga. Mientras la amiga se quedaba discretamente en al antesala, Dolores y Larra vivían la violencia de la última escena. Él suplicaba; ella insistía en que todo había terminado para siempre y reclamaba sus cartas. Él no tuvo más remedio que admitir la realidad y le entregó las cartas a la mujer que salió de la habitación. Pero aún no le había dado tiempo a abandonar el piso cuando escuchó el estampido fatal del pistoletazo. Marinao José de Larra acababa de volarse la cabeza; le faltaban unas pocas semanas para cumplir 28 años. Llevaba seis meses pensando en suicidarse, pero ahora, al saltarse los sesos con tanta premura, en realidad se estaba vengando sádicamente de Dolores. Ningún biógrafo ha contado qué fue de esa mujer y si sobrevivió a tan brutal revancha.

martes, 17 de noviembre de 2009

Rosalía de Castro



Esta autora representa la poesía romántica sencilla e intimista, que perdura a finales del siglo XIX. El dolor estuvo muy presente en su vida desde su nacimiento, quizá por eso fue una mujer muy sensible al sufrimiento de los demás, sobre todo al de los débiles y desamparados: los pobres, los que deben emigrar para subsistir, los niños, los jóvenes abandonados. Todo ello configura una poesía de tono social, triste y melancólica. Asimismo, su obra manifiesta su identificación emocional con el paisaje gallego. Publicó narraciones y poemas. En gallego destaca la poesía de Cantares gallegos (1863) y Follas novas (1880); en castellano En las orillas del Sar (1884).












Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,


ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros;


lo dicen, pero no es cierto, pue siempre cuando y paso


de mí murmuran y exclaman:


-Ahí va la loca, soñando


con la eterna primavera de la vida y de los campos


y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,


y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.








-Hay canas en mi cabeza; hay en los prados escarcha;


mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,


con la eterna primavera de la vida que se apaga


y la perenne frescuar de los campos y las almás,


aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan.








Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños;


sin ellos, ¿cómo admiraros, ni cómo vivir sin ellos?









En las orillas del Sar

lunes, 9 de noviembre de 2009

Gustavo Adolfo Bécquer



Nació en Sevilla (1836) aunque su familia era oriunda de Flandes. Quedó pronto huérfano, y lo acogió su madrina, Manuela Monahay, dama culta y sensible. Inició estudios de Náutica, que no pudo proseguir. Quiso ser pintor - como su padre y su hermano Valeriano-, y por fin, se consagró a las letras. A los dieciocho años se instala en Madrid, y pasa increíbles penurias escribiendo artículos y obras de teatro intrascendentes. A los veintiún años contrae la tuberculosis. Enamorado de la joven Julia Espí, la amó en silencio. Obtiene un cargo burocrático, pero es pronto despedido, porque "perdía" el tiempo escribiendo y dibujando. Amó con pasión a Elisa Guillén, que lo abandonó sumiéndolo en la desesperación. Se casa con Casta Esteban, tiene con ella dos hijos, y mantiene el hogar cjerciendo el periodismo. En política adopta una actitud conservadora. Su esposa le es infiel, y el matrimonio se separa. Arrastra una vida bohemia y viste con desaseo. Se reconcilió con Casta poco antes de morir en Madrid en 1870 a los treinta y cuatro años.






XXXVIII




Los suspiros son aire y van al aire,


las lágrimas son agua y van al mar.


Dime, mujer: cuando el amor se olvida


¿sabes tú a dónde va?




XXXV




No me admiró tu olvido. Aunque de un día


me admiró tu cariño mucho más;


porque lo que hay en mí que vale algo,


eso... ¡ni lo pudiste sospechar!






XVII




Hoy la tierrra y los cielos me sonríen;


hoy llega al fondo de mi alma el sol;


hoy la he visto..., la he visto y me ha mirado...


¡Hoy creo en Dios!




martes, 3 de noviembre de 2009

Francisco Ayala


Hoy ha fallecido Francisco Ayala y por eso quiero rendirle un pequeño homenaje en este blog.

Nació en Granada en 1906. Estudió Derecho y Filosofía y Letras en Madrid. En 1934 obtiene la cátedra de Derecho Político de la Universidad Central. La sublevación militar de julio de 1936 lo sorprendió en Buenos Aires, donde se encontraba dando unas conferencias. Vuelve a España y se pone al servicio del Gobierno de la República como funcionario de Relaciones Exteriores. Al final de la guerra se traslada a París y más tarde a América, donde ejerce la docencia universitaria en Buenos Aires, Puerto Rico y Nueva York y Chicago. En 1960, después de veinte años de ausencia, pasa unos meses en España y a partir de entonces visitará con frecuencia su añorada patria.

En 1971 se le otorga el Premio de la Crítica por su obra El Jardín de las delicias. Poco a poco estrecha los lazos que le unen a su compatriotas. Hasta que se instala definitivamente en Madrid. Desde 1984 es miembro de la Real Academia de la Lengua Española y recibe el premio Cervantes en 1991.

Es un hombre polifacético que ha desarrollado su actividad intelectual en varios campos, como profesor de Sociología, Derecho político y Literatura, ensayista, crítico literario y autor de cuentos y novelas.

En su trayectoria literaria se distinguen dos etapas. La primera, antes de la guerra, se caracteriza por su tono imgaginativo y estetizante. En esta época estuvo vinculado al grupo de la "Revista de Occidente" y su concepción de la literatura se mantuvo dentro de los límites de lo que Ortega llamaría "arte deshumanizado".

La segunda etapa es la que corresponde al período del exilio. Ahora nos transmite una visión de la realidad amarga y desencantada. Para él, el mundo es una tragicomedia y el hombre un ser dominado por los vicios más abyectos. Destacan los relatos cortos, agrupados en diferentes libros: Los usurpadores (1949) y La cabeza del cordero (1949). Sus dos novelas más conocidas: Muertes de perro(1958) y El fondo del vaso (1962). Ambas, aunque independientes, constituyen las dos partes de un mismo tema: una dictadura hispanoamericana. Lo que le interesa al novelista es dejar constancia de los efectos que un régimen represivo produce en el interior de los hombres que lo viven. Las conclusiones a las que llega son pesimistas, demoledoras: el miedo, el instinto de conservación corrompen al hombre, que mata para poder seguir viviendo. En esta carrera de la destrucción de los otros, en esta lucha por la supervivencia, muchos son los que mueren como perros - de ahí el título de la primera novela- o descubren, al quedarse solos y llegar "al fondo del vaso", la tremenda miseria de la condición humana.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Don Juan Tenorio

Don Juan nace en una obra del siglo XVII, El Burlador de Sevilla. El interés que despierta este personaje lo ha hecho objeto de numerosas versiones a lo largo de los siglos. Don Juan Tenorio es, en la actualidad, la versión más popular como lo demuestra el hecho de que, desde hace un siglo, se sigue representando en muchos teatros de nuestro país alrededor del Día de los Difuntos.

La acción transcurre en Sevilla, en torno a 1545, a finales del reinado de Carlos I. La primera parte (dividida en cuatro actos) sucede en una única noche. La segunda (dividida en tres), cinco años después y en otra noche también.

PRIMERA PARTE

Don Juan apuesta con Don Luis que le quitará a su prometida, Doña Ana de Pantoja, y que además conquistará a una novicia. Al oír el desafío, el comendador Don Gonzalo de Ulloa, padre de Doña Inés, que llevaba en un convento desde su infancia y estaba destinada a casarse con Don Juan, deshace el matrimonio convenido.
Por la noche, Don Juan seduce a Doña Ana haciéndose pasar por su prometido. Después, escala los muros del convento donde está encerrada Doña Inés y la rapta. Don Juan y Doña Inés se enamoran locamente.



Don Luis y Don Gonzalo se enfrentan al protagonista en un duelo y mueren, por lo que Don Juan tiene que huir a Italia.

SEGUNDA PARTE

Cinco años más tarde, Don Juan regresa a Sevilla y visita el cementerio donde está enterrada Doña Inés, que murió de amor. Doña Inés también ha hecho una apuesta, pero con Dios: si logra el arrepentimiento del joven, los dos se salvarán pero, si no lo consigue, se condenarán eternamente.
Ante la tumba de Don Gonzalo, Don Juan se burla del espíitu del comendador invitándolo a cenar con él. Ante el asombro de D. Juan, el fantasma de Don Gonzalo se le aparece y le invita a su vez a compartir la mesa de piedra con él en el panteón.
Cuando el espíritu del Comendador está a punto de llevarse a Don Juan al infierno, Doña Inés interviene y le ruega que se arrepienta. La joven gana la apuesta y los dos suben al cielo.




martes, 27 de octubre de 2009

Goya y Fernando VII


En 1808, en medio de los trágicos acontecimientos que está viviendo España, Fernando VII posa una sola vez ante Goya. Cuando el "deseado" sube de nuevo al trono en 1814, Goya ejecuta varios retratos hechos a partir de los estudios realizados en 1808, en particular éste, con manto de corte y ostentando el collar del Toisón de Oro y la Orden de Carlos III. Es de señalar que Fernando VII jamás encargó su retrato a Goya, signo indudable de la antipatía existente entre ambos.

Goya, maravilloso retratista, llega al clímax de su capacidad de captación sicológica en este cuadro . No creo haya en toda la historia de la pintura europea otro retrato que llegue a representar y a expresar tan bien esa mezcla de fanatismo, de crueldad, de ignorancia, de que hacía gala ese personaje nefasto de la historia de España. Lo maravilloso del cuadro es cómo Goya es capaz de introducir todos esos atributos, tan negativos todos, y los logra concentrar en una especie de triángulo que va de la frente al mentón de Fernando VII. Esa frente es el paradigma de la ignorancia y la crueldad. Esa nariz retorcida es también el paradigma de esa especie de brutalidad histórica que tantas veces se ha dado en la historia de España. Ese torpe mentón es también el ejemplo de la torpeza del monarca que restauró la monarquía absoluta. Pero lo que ya realmente llega a los extremos son esos ojos, en los que se expresa la oblicuidad que puede tener el alma humana, su condición, unos ojos que exportan los submundos del alma, que en este caso eran submundos que llegaron a tener un poder desmesurado y absoluto. .

Goya y la familia de Carlos IV

El gran retrato colectivo de la Familia de Carlos IV marca el apogeo de la carrera oficial de Goya, nombrado recientemente primer pintor de Cámara del rey. Por las minutas se sabe que los estudios de los personjes principales, en tamaño natural, se hicieron en el Palacio de Aranjuez, donde la corte se trasladaba desde Pascua hasta el mes de julio: en primer lugar, los del rey y de la reina; luego los de la Infanta doña María Josefa y el Infante don Antonio Pascual, hermano de Carlos IV; y por último los hijos del rey: don Carlos María Isidro, don Fernando, príncipe de Asturias y futuro Fernando VII, doña María Isabel, don Francisco de Paula y doña María Luisa al lado de su marido, y don Luis de Borbón, príncipe de Parma y futuro rey de Francia.


Por la correspondencia que mantenían María Luisa y Godoy sabemos que estos estudios encantaron a los reyes pese a que se les presenta, como dice Gassier y Wilsón, "atroces en la intensidad de su verdad, teniéndose la impresión de que Goya levanta un acta despiadada y que detrás de esos papeles recargados de oro, presente la catástrofe final".

sábado, 20 de junio de 2009

Francisco de Quevedo

Es en esa memoria donde veo, como si fuera ayer, a don Francisco de Quevedo al pie de las gradas de San Felipe. Vestía como siempre de negro rigurosos, salvo la golilla blanca almidonada y de la cruz roja del hábito de Santiago sobre el jubón, al lado izquierdo del pecho; y aunque la tarde era soleada, llevaba sobre los hombros la larga capa que utilizaba para disimular su cojera: una capa oscura cuyo paño se alzaba por detrás, sobre la vaina de la espada en cuya empuñadura apoyaba la mano con descuido. [....]
Poeta, espadachín y celebradísimo ingenio de la Corte, don Francisco también, en los años de vigor en que lo conocí como amigo del capitán Alatriste, hombre galante que gozaba de predicamento entre las damas. Estoico, lúcido, mordaz, valiente, gallardo incluso en su cojera, hombre de bien pese al mal carácter, generosos con sus amigos e implacable con sus enemigos, lo mismo despachaba a un adversario con cos cuartetas que de una estocada en la cuesta de la Vega, enamoraba a una dama con un detalle gentil y un soneto, o sabía rodearse de filósofos, doctores y sabios que buscaban sus amenos conceptos y su compañía. Y hasta el buen don Miguel de Cervantes[.....] había mencionado a don Francisco como excelente poeta y cumplido caballero en aquellos celebrados versos:

Es el flagelo de poetas memos,
y echará a puntillazos del Parnaso
los malos que esperamos y tememos


Arturo Pérez Reverte El capitán Alatriste

sábado, 23 de mayo de 2009

Homenaje a Mario Benedetti



Corazón coraza




Porque te tengo y no


porque te pienso


porque la noche está de ojos abiertos


porque la noche pasa y digo amor


porque has venido a recoger tu imagen


y eres mejor que todas tus imágenes


porque eres linda desde el pie hasta el alma


porque eres buena desde el alma a mí


porque te escondes dulce en el orgullo


pequeña y dulce


corazón coraza




porque eres mía


porque no eres mía


porque te miro y muero


y peor que muero


si no te miro amor


si no te miro


porque tú siempre existes dondequiera


pero existes mejor donde te quiero


porque tu boca es sangre


y tienes frío


tengo que amarte amor


tengo que amarte


aunque esta herida duela como dos


aunque te busque y no te encuentre


y aunque


la noche pase y yo te tenga


y no.

viernes, 15 de mayo de 2009

San Isidro Labrador










Nació en Madrid hacia el año 1082 y muere el 30 de noviembre de 1172. Cuarenta años después, en 1212, fue descubierto su incorrupto cuerpo.





Fue un hombre sencillo y humilde que nos dejó como ejemplo su modelo de vida, de cristiano comprometido. Contrajo matrimonio con María de la Cabeza y tuvieron un hijo llamado Illán. Fue Beatificado en 1619 y Canonizado el 12 de marzo de 1622.





El primer milagro conocido lo cuenta Juan Diácono así:





"Abrasado de amor divino, aunque no era rico... ofrecía alimentos, según el era posible, no sólo a los hombres, sino también a las aves del cielo que padecían hambre o frío. y así ocurrió que, cierto día de invierno, estando la tierra cubierta de nieve, según iba de camino, a moler un poco de trigo, en compañía de un hijo pequeño, al ver en los árboles un bando de palomas, atormentadas, a juicio suyo, por hambre de mucho tiempo, limpió el suelo con sus pies y manos, y lo cubrió con buena parte del trigo. Mas, una vez llegados al molino, los costales de ambos, aunque su contenido había quedado reducido casi a la mitad, se llenaron de harina hasta arriba del todo."





martes, 14 de abril de 2009

La leyenda del Caballero de Olmedo

Los legajos de Simancas guardan aún la primera estampa en la leyenda del Caballero de Olmedo. Un miércoles, 6 de noviembre de 1521, don Juan de Vivero volvía "por el camino real de la villa de Medina del Campo para la dicha villa de Olmedo". Un cierto Miguel Ruiz, olmedano también, "armado de diversas armas y con una lanza en la mano y a caballo, y otros tres hombres con él, armados con coseletes y lanzas y a pie, le estaban aguradando sobre asechanzas; y llegando el dicho don Juan salvo y seguro, en una haca, y Luis de Herrera, su mayordomo, en una mula, cerca de la casa que dicen de la Sinovilla, el dicho Miguel Ruiz y los otros tres que con él estaban, .... quedando otros en reguarda, recudieron contra el dicho don Juan; y segura y alevosamente dizque el dicho Miguel Ruiz le dio una gran lanzada al dicho don Juan, de que le quedó el hierro en el cuerpo y murió dello casi súpitamente; y no contento de lo susodicho, dizque mandó a los dichos hombres que con él venían que matasen al dicho Luis de Herrera, los cuales lo pusieron por obra de lo matar y le dejaron por muerto, y se acogieron al monasterio de la Mejorada".



















Don Juan de Vivero no era un cualquiera: de linaje de próceres y poetas, casado con doña Beatriz de Guzmán y caballero de Santiago. Los móviles de Miguel Ruiz nunca quedaron esclarecidos satisfactoriamente, aunque se hablaba de que don Juan o las gentes de don Juan le "habían afrontado y dado de palos" y aunque doña Beatriz estaba convencida de que el asesino actuaba "por consejo y mandado de su madre y de otras personas". Contra todos ellos se querelló repetidamente la viuda; pero, quejosa de la lentitud e ineficacia de los procedimiento oficiales, doña Beatriz instó además y en julio de 1522 obtuvo que se declarara a Miguel Ruiz "por enemigo legal", de suerte que " los parientes dentro del cuarto grado del dicho don Juan de Vivero" pudieran " herir y matar y lisiar" al homicida "sin caer ni incurrir por ello en pena alguna". Pero Miguel Ruiz jamás fue vuelto a ver en la Península, y la familia del Caballero probablemente tuvo que contentarse con recibir la mitad de sus bienes, mientas la otra mitad iba a parar al Tesoro: y el propio Emperador, al decidir cómo emplearla, hubo de recordar que "Miguel Ruiz, vecino de Olmedo, mató a traición a don Juan de Vivero"


Francisco Rico

domingo, 12 de abril de 2009

Lope de Vega













Félix Lope de Vega y Carpio (Madrid, 25 de noviembre de 1562 – 27 de agosto de 1635) es uno de los más importantes poetas y dramaturgos del Siglo de Oro español y, por la extensión de su obra, uno de los más prolíficos autores de la literatura universal.

El llamado Fénix de los ingenios y Monstruo de la Naturaleza (por Miguel de Cervantes), renovó las fórmulas del teatro español en un momento en que el teatro comienza a ser un fenómeno cultural y de masas. Máximo exponente, junto a Tirso de Molina y Calderón de la Barca, del teatro barroco español, sus obras siguen representándose en la actualidad y constituyen una de las más altas cotas alcanzadas en la literatura y las artes españolas. Fue también uno de los grandes líricos de la lengua castellana y autor de unas cuantas novelas.





Se le atribuyen unos 3.000 sonetos, 3 novelas, 4 novelas cortas, 9 epopeyas, 3 poemas didácticos, y varios centenares de comedias (1.800 según Juan Pérez de Montalbán). Amigo de Quevedo y de Juan Ruiz de Alarcón, enemistado con Góngora y envidiado por Cervantes, su vida fue tan extremada como su obra.
























Juventud





Félix Lope de Vega y Carpio, procedente de una familia humilde natural del Valle de Carriedo, en la montaña cántabra, fue hijo de Félix de Vega, bordador de profesión, y de Francisca Fernández Flórez. No hay datos precisos sobre su madre. Se sabe, en cambio, que tras una breve estancia en Valladolid, su padre se mudó a Madrid en 1561, atraído quizá por las posibilidades de la recién estrenada capitalidad de la Villa y Corte. Sin embargo, Lope de Vega afirmaría más tarde que su padre llegó a Madrid por una aventura amorosa de la que le rescataría su futura madre. Así, el escritor sería fruto de la reconciliación, y debería su existencia a los mismos celos que tanto analizaría en su obra dramática.





Niño muy precoz, leía latín y castellano ya a los cinco años. A la misma edad compone versos. Siempre de acuerdo con su testimonio, a los doce escribe comedias (Yo las componía de once y doce años / de a cuatro actos y de a cuatro pliegos / porque cada acto un pliego contenía). Es posible que su primera comedia, hoy perdida, se intitulase El verdadero amante. Su gran talento le lleva a la escuela del poeta y músico Vicente Espinel, en Madrid, a quien siempre citó con veneración. Así el soneto: Aquesta pluma, célebre maestro / que me pusisteis en las manos, cuando / los primeros caracteres firmando / estaba, temeroso y poco diestro... Continúa su formación en el Estudio de la Compañía de Jesús, que más tarde se convierte en Colegio Imperial (1574):





Los cartapacios de las liciones me servían de borradores para mis pensamientos, y muchas veces las escribía en versos latinos o castellanos. Comencé a juntar libros de todas letras y lenguas, que después de los principios de la griega y ejercicio grande de la latina, supe bien la toscana, y de la francesa tuve noticia... (La Dorotea, IV)





Destierro





Estudió por entonces gramática con los teatinos y matemáticas en la Academia Real y sirvió de secretario al Marqués de las Navas; pero de todas estas ocupaciones le distraían las continuas relaciones amorosas. Elena Osorio fue su primer gran amor, la "Filis" de sus versos, separada entonces de su marido, el actor Cristóbal Calderón; Lope pagaba sus favores con comedias para la compañía del padre de su amada, el empresario teatral o autor Jerónimo Velázquez. En 1587 Elena aceptó casarse por conveniencia con el noble Francisco Perrenot Granvela, sobrino del poderoso cardenal Granvela. Un despechado Lope de Vega hizo entonces circular contra ella y su familia unos libelos:





Una dama se vende a quien la quiera





en almoneda está. ¿Quieren compralla?





Su padre es quien la vende, que, aunque calla,





su madre la sirvió de pregonera...





Denunció la situación en su comedia Belardo furioso y en una serie de sonetos y romances pastoriles y moriscos, por lo que un dictamen judicial lo envió a la cárcel. Reincidió y un segundo proceso judicial fue más tajante: lo desterraron ocho años de la Corte y dos del reino de Castilla, con amenaza de pena de muerte si desobedecía la sentencia. Lope de Vega recordaría años más tarde sus amores con Elena Osorio en su novela dialogada ("acción en prosa" la llamó él) La Dorotea. Sin embargo, por entonces ya se había enamorado de Isabel de Alderete y Urbina, con quien se casó el 10 de mayo de 1588 tras raptarla con su consentimiento. En sus versos la llamó con el anagrama "Belisa".





Vuelta a Castilla





En diciembre de 1595, cumplió los ocho años de destierro de las Cortes y regresó a Madrid. Al siguiente año, allí mismo, fue procesado por amancebamiento con la actriz viuda Antonia Trillo. En 1598 se casó con Juana de Guardo, hija de un adinerado abastecedor de carne de la Corte, lo que motivó las burlas de diversos ingenios (Luis de Góngora, por ejemplo), ya que al parecer era una mujer vulgar y todos pensaban que Lope se había casado por dinero ya que no era amor precisamente lo que le faltaba. Tuvo con ella, sin embargo, un hijo muy querido, Carlos Félix, y tres hijas.





Volvió a trabajar como secretario personal de Pedro Fernández de Castro y Andrade, en aquel momento Marqués de Sarria y futuro Conde de Lemos, al que escribió en una epístola; "Yo, que tantas veces a sus pies, cual perro fiel, he dormido", y allí permaneció hasta 1603, en que se encuentra en Sevilla. Se enamoró de Micaela de Luján, la "Celia" o "Camila Lucinda" de sus versos; mujer bella, pero inculta y casada, con la cual mantuvo relaciones hasta 1608 y de la que tuvo cinco hijos, entre ellos dos de sus predilectos: Marcela (1606) y Lope Félix (1607). A partir de 1608 se pierde el rastro literario y biográfico de Micaela de Luján, única entre las amantes mayores del Fénix cuya separación no dejó huella en su obra.





Durante bastantes años Lope se dividió entre los dos hogares y un número indeterminado de amantes, muchas de ellas actrices, como da fe el proceso legal que se le abrió por andar amancebado en 1596 con Antonia Trillo; también se conoce el nombre de otra amante, Marina de Aragón. Para sostener este tren de vida y sustentar tantas relaciones e hijos legítimos e ilegítimos, Lope de Vega hizo gala de una firmeza de voluntad poco común y tuvo que trabajar muchísimo, prodigando una obra torrencial consistente, sobre todo, en poesía lírica y comedias, impresas estas muchas veces sin su venia, deturpadas y sin corregir.
















Sacerdocio



Son fechas de una profunda crisis existencial, impulsada quizá por la muerte de parientes próximos y que le inclinaba cada vez más hacia el sacerdocio. A esta inspiración responden sus Rimas sacras y las numerosas obras devotas que empieza a componer, así como la inspiración filosófica que asoma en sus últimos versos. Doña Juana de Guardo sufría frecuentes enfermedades y en 1612 Carlos Félix murió de fiebres. El 13 de agosto del año siguiente, falleció Juana de Guardo, al dar a luz a Feliciana. Tantas desgracias afectaron emocionalmente a Lope, y el 24 de mayo de 1614 decidió al fin ordenarse de sacerdote. Lope medita profundamente sobre su vida y llega a algunas conclusiones inquietantes: "Yo he nacido en dos extremos, que son amar y aborrecer; no he tenido medio jamás... Yo estoy perdido, si en mi vida lo estuve, por alma y cuerpo de mujer, y Dios sabe con qué sentimiento mío, porque no sé cómo ha de ser ni durar esto, ni vivir sin gozarlo... (1616)













Monumento a Lope, tocado con sotana, en Madrid (J. López Salaberry y M. Inurria, 1902).























Clasificación y principales obras dramáticas



Las obras dramáticas de Lope fueron compuestas sólo para la escena y el autor no se reservaba ninguna copia. El ejemplar sufría los cortes, adecuaciones, ampliaciones y retoques de los actores, alguno de ellos escritores de comedias también.



Entre 1604 y 1647 se publican veinticinco tomos de Partes que recopilan las comedias de Lope, aunque los primeros salieron a la luz sin el consentimiento del dramaturgo. Éste sólo tomó las riendas de la edición de su propia obra a partir de la Parte IX (1617) y hasta su muerte, cuando tenía en imprenta las partes XXI y XXII. Juan Pérez de Montalbán, escritor de comedias discípulo suyo, afirma en su Fama póstuma que escribió unas mil ochocientas comedias y cuatrocientos autos sacramentales, de las que se ha perdido una gran parte. El propio autor fue más modesto y en sus obras estimó que había escrito unas mil quinientas, lo que puede entenderse incluyendo incluso los autos sacramentales y otras obras escénicas; pero aun así resulta una cifra muy crecida. Para explicarlo Charles Vincent Aubrun ha supuesto que el dramaturgo sólo trazaba el plan y componía algunas escenas sueltas, mientras que otros poetas y actores de su taller completaban la obra; sin embargo los poetas de la época no tenían empacho en declarar su autoría en obras en colaboración de hasta tres ingenios, así que no puede sostenerse ese punto de vista, por más que la fama del autor hiciese prudente ocultar sus ayudas para vender mejor la obra. Rennert y Castro hicieron un serio estudio que concluye que la megalómana cifra anda exagerada y que se le pueden atribuir con firmeza 723 títulos, de los cuales 78 son de atribución dudosa o errada y 219 se han perdido, así que el repertorio dramático de Lope se reduciría a 426 piezas. No obstante Morley y Bruerton, valiéndose, aunque no exclusivamente, de criterios métricos que después se han comprobado muy seguros, estrecharon aún más los criterios y establecieron indudablemente como suyas 316 comedias, 73 como dudosas y 87 que, comúnmente atribuidas a Lope, no son suyas.



De todas éstas se reconocen como obras maestras, si bien en toda obra de Lope siempre hay alguna escena que delata su genialidad, un par de docenas, entre las que se encuentran Peribáñez y el comendador de Ocaña (1610), Fuenteovejuna (1612-1614), La dama boba (1613), Amar sin saber a quién (1620-1622), El mejor alcalde, el rey (1620-1623), El caballero de Olmedo (1620-1625), El castigo sin venganza (1631), El perro del hortelano, El villano en su rincón, El duque de Viseo o Lo fingido verdadero.



El Caballero de Olmedo es una de sus obras más líricas, a la vez que trágica. Está dividida en tres episodios, que se corresponden con el planteamiento el nudo y el desenlace. Don Alonso (caballero de Olmedo) le pide ayuda a su criado Tello para conquistar a Inés, de ese modo Tello entra en contacto con Fabia (dotada de rasgos celestinescos) que ayuda a estos dos para que se "correspondan" y se lleguen a casar. Sin embargo Rodrigo y su hermano Fernando tratarán de impedirlo. Por fatal desenlace, Alonso muere cerca de un arroyo cuando se dirigía a Olmedo, aún siendo avisado por sueños, etc. en manos de Rodrigo, pero Tello pide justicia al Rey, que los condena a muerte.







viernes, 10 de abril de 2009

Hamlet de Tomaz Pandur 1/04/09







Hola a todos os voy a contar mi experiencia en el Matadero con la obra de Hamlet:


Me fui al teatro con unas amigas, salimos a las 18:00 de Móstoles y llegamos aproximadamente a las 19:50 al Matadero. Entramos ansiosas de ver a la obra y a los actores (sobre todo a Hugo Silva y Aitor Luna =) ). Cuando entramos a la sala nos quedamos sorprendidas, pues el escenario estaba lleno de agua y al mismo nivel que las primeras butacas donde nos encontrabamos.

A las 20:00 empezó la obra, salia Hamlet (Blanca Portillo) haciendo un monólogo, diez minutos más tarde aparecieron todos los personajes visitiendose en el escenario (desnudos).


La obra cada vez estaba más emocionante, y la escenificación de los personajes era expectacular, pues lograban que te metieras en la obra.


A las 22:10 empezo el descanso, para sorpresa nuestra al salir a la sala del descanso (había barra, mesas, comida, bebida...) fue que los actores estaban sentados en una especie de gradas que había en el medio de la sala. Nos quedamos sorprendidos porque en ese mismo momento empezaron a acturar y los espectadores empezamos a formar parte del espectáculo. Nos cantaron, bailaron y también nos hicieron unos striptees a menos de un metro de distancia jeje. Hubo un momento en el que no podia ni hablar, pues Claudio (Hugo Silva) se nos tiró encima.


A las 23:00 aproximadamente nos metimos otra vez a la sala de la obra.


La obra acabó a las 23:45 aproximadamente, en ese mismo momento empezamos a aplaudir a los actores por la gran obra que habían realizado.





















REPARTO DE LOS ACTORES:


Hamlet (Blanca Portillo)

Espectro (Asier Etxeandia)

Claudio (Hugo Silva)

Laertes (Quim Gutiérrez)

Gertrudis (Susi Sánchez)

Polonio (Manuel Morón)

Horacio (Félix Gómez)

Ofelia (Nur Al Levi)

Guildenstern (Aitor Luna)

Rosencrantz (Damià Plensa)

Rosencrantz (Eduardo Mayo)

Guidenstern (Santi Marín)

Marcelo (Manuel Moya)



Cuando terminó la obra esperamos a que salieran los actores para felicitarles por el trabajo que habían realizado. Esperamos una hora mas o menos para poder ver a Hugo Silva y Aitor Luna pues esperaron a que se fueran las chicas que estaban llorando para salir. Ya solo quedabamos mis amigas, dos chicas a las que conocimos y yo, cuando nos avisaron de que Hugo Silva estaba en una mesa para que nos acercaramos a verlo.


Cuando llegó el momento de acercarnos a él la unica que se acercaba era yo, y fue en ese momento cuando hablé con él. A continuación os pongo unas fotos con los actores.


Quim Gutiérrez (izquierda) y Félix Gómez (derecha)



Blanca Portillo


































Aitor Luna (izquierda) y Hugo Silva (derecha)



En mi opinión es la mejor obra de teatro que jamás he visto, tanto el argumento como los actores han estado espectaculares, si vuelven a representarla en Madrid os recomiendo que vayais a verla porque aunque el precio sea de 18 euros merece la pena.


No os he explicado el argumento porque Diana ya lo puso en el blog.

domingo, 29 de marzo de 2009

Jorge Manrique y Antonio Machado

GLOSA

Nuestras vidas son los ríos,

que van a dar a la mar,

que es el morir. ¡Gran cantar!

Entre los poetas míos

tiene Manrique un altar.

Dulce goce de vivir:

mala ciencia del pasar,

ciego huir a la mar.

Tras el pavor del morir

está el placer de llegar.

¡Gran placer!

Mas ¿y el horror de volver'

¡Gran pesar!






En este poema Antonio Machado rinde homenaje a uno de sus poetas favoritos, Jorge Manrique. Toma un fragmento de las Coplas a la muerte de su padre y eso le sirve para dar su propia interpretación de esta obra tan representativa de la lírica española




miércoles, 4 de marzo de 2009

12:20 Prisas por llegar al salón de actos y coger un buen sitio.
...
...
12:25 Nervios por la muchedumbre que iba llegando, cada vez más y más gente, más y más ruido...
...
...
12:30 Impaciencia. ¿Pero aún no empieza? Si en el cartel ponía 12:30, pero claro, si la clase de 4º ni siquiera se ha sentado aún...
...
...
12:38 Por fin, entre un pequeño silencio que se crea en la sala, se abre la puerta, entra nuestra Directora y seguidamente, él, Luis Alberto de Cuenca. Entre aplausos y algún que otro "fiu fiu" saluda y se preparan para sentarse. Paulatinamente se crea de nuevo esa ausencia de sonido para que la presentación se realizara como es debido.
Tras una emotiva introducción, Luis Alberto dio una alegría a unos cuantos de la sala: 5 personas no se marcharían con las manos vacías... Y es que traía 5 libros para sortear entre los presentes (todo un detalle).



Durante más o menos hora y media estuvo leyéndonos sus poemas, explicándonos cómo se le ocurrían algunas cosas y alguna que otra anécdota, como la mezcla de aquella chiquilla americana que estudiaba en el edificio de enfrente y su figurita de la Venus de Willendorf.

Nos consiguió arrancar unas risas con su "y tus padres se mueren" del poema de "La malcasada". Y sobre todo aquella ovación cuando dijo "y ahora, el desayuno"...

Me gustas cuando dices tonterías,

cuando metes la pata, cuando mientes,

cuando te vas de compras con tu madre

y llego tarde al cine por tu culpa.

Me gustas más cuando es mi cumpleaños

y me cubres de besos y de tartas,

o cuando eres feliz y se te nota,

o cuando eres genial con una frase

que lo resume todo, o cuando ríes

(tu risa es una ducha en el infierno),

o cuando me perdonas un olvido.

Pero aún me gustas más, tanto que casi

no puedo resistir lo que me gustas,

cuando, llena de vida, te despiertas

y lo primero que haces es decirme:

«Tengo un hambre feroz esta mañana.

Voy a empezar contigo el desayuno».


Y más aún cuando nos leyó la letra de Caperucita feroz, canción del grupo Orquesta Mondragón:



Pero las 2 llegaron y tras multitud de aplausos que se dejaron para el final, nos despedimos.




"No se vive de la poesía, sino que la poesía vive en nosotros."

lunes, 23 de febrero de 2009

Luis Alberto de Cuenca




Para que vayáis preparando la visita de Luis Alberto de Cuenca, os recomiendo visitar la siguiente página donde podréis leer algunos poemas del autor.

http://amediavoz.com/cuenca.htm



domingo, 15 de febrero de 2009

En torno a Garcilaso

Muchos poetas han rendido homenaje a Garcilaso y por eso he decido escribid alguno de ellos para que los conozcáis.

A un retrato de Garcilaso
Y tu dulce y amante Garcilaso,
cortesano cantor de los pastores,
....
tú que entre miel y ámbar a tu paso
sembraste versos que brotaron flores
ve si a los míos tu dulzura inspiras
desde ese marco en que tenaz me miras.

José Zorrilla


Si Garcilaso volviera,
yo sería su escudero;
que buen caballero era.

Mi traje de marinero
se trocaría en guerrera
ante el brillar de su acero;
que buen caballero era.

¡Qué dulce oírle, guerrero,
al borde de su estribera!
En la mano mi sombrero;
que buen caballero era.

Rafael Alberti

jueves, 12 de febrero de 2009

Garcilaso de La Vega

-Biografia:

Nació este eminente poeta, gran señor por su familia como por su ingenio, en la imperial ciudad de Toledo, en 1503, correspondiéndole por la elevada alcurnia de su casa el hábito de la orden de Alcántara.
Desde muy joven siguió las banderas del Emperador Carlos Quinto, mostrando tales bríos y arrestos, que pronto se distinguió entre todos sus compañeros. Estuvo en casi todos los grandes hechos de armas de
aquel glorioso reinado, habiéndose particularmente lucido en la defensa de Viena y en el sitio de Túnez, donde fue herido.
Entonces se volvió a Nápoles, donde a pesar d
e sus eminentes servicios incurrió en la desgracia del Emperador, por haber protegido los amores de un sobrino suyo, que aspiraba a la mano de una dama que le era muy superior en jerarquía, por lo cual fue desterrado a una de las islas del Danubio, que con tanto donaire había de cantar.
Mas no tardó en volver a la gracia del Emperador, dado que poco después le acompañaba en su expedición al Piamonte, en cuyo ejército tenía bajo su mando once banderas de infantería.
Una vez derrotados los franceses y cuando ya se veían en retirada forzosa, el Emperador perseguía y daba caza; en esta operación ordenó la toma de una torre que se hallaba en un lugar cerca de Frejus, donde desesperadamente se defendían unos cincuenta franceses; Garcilaso fue de los primeros en subir, mas fue herido de una pedrada en la cabeza, y cayó. Lleváronle de allí a Niza, pero no sobrevivió sino veinte días a sus heridas, pues murió en dicho lugar a los treinta y tres años de edad. Era en 1536.

El Emperador, indignado por la pérdida de uno de sus primeros oficiales, que tan joven era y tanto prometía, hizo pasar a cuchillo a todos aquellos franceses que le habían muerto.
Pero si lo corto de su vida le impidió dar de sí todo lo que para la gloria de las armas habría podido, no fue ella tan corta para las letras, pues que ya en vida suya había recibido el título, que la posteridad le ha confirmado, de príncipe de los poetas castellanos.
Sus obras eran conocidas de todo el mundo, y su autoridad tal, que el mismo Cervantes, que no tenía sobrada propensión al elogio, le consideraba como una de las más indiscutibles glorias de las letras patrias. Así, cuando el Licenciado Vidriera se partió para Italia, «los muchos libros que tenía los redujo a unas Horas
de Nuestra Señora y un Garcilaso sin comento, que en las dos faldriqueras llevaba». Es decir, que al ingenioso licenciado le era imposible separarse de su gran poeta favorito.
Otros autores han sido más o menos discutidos, y hasta se !es ha negado que fuesen verdaderos poetas, y sólo versificadores hábiles; pero la fama y renombre de Garcilaso han sido siempre y son de los más puros e indiscutidos.
Es el primero de los poetas líricos castellanos, sin duda alguna, y representa por sí mismo uno de los géneros más en boga en nuestra literatura: el género bucólico, en el cultivo del cual llegó a tal altura que por nadie ha sido alcanzado.



-Las obras garcilasianas:




Égloga primera de Garcilaso. 30 estancias.

Canción. Dirigida a «Tú» (Don Pedro de Toledo, Virrey de Nápoles), receptor del poema.



  1. Introducción a la égloga (estancias 1-3) [tres estancias].

  2. Introducción al primer canto (estancia 4) [una estancia]. Canto de Salicio, quien se queja del desdén de Galatea (estancias 5-16) [12 estancias]. Conclusión (estancia 17: 225-34).

  3. Introducción al segundo canto (estancia 17: 235-38). Nemoroso llora la muerte de Elisa (estancias 18-29) [12 estancias].

  4. Conclusión de la voz poética (estancia 30) [una estancia]. «Anochece».
Égloba segunda de Garcilaso:



  1. Tercetos encadenados (YZYZ) [37 vv.]: Monólogo. vv. 1-37: Albanio (fin). Lamentación por la pérdida de Camila.

  2. Estancias (canzone) (39): Monólogo. vv. 38-76: Salicio (cont.). Celebración de la naturaleza («Beatus ille»).

  3. Tercetos encadenados (261): Diálogo. vv. 77-337: Salicio (cont.), Albanio (fin). Albanio recuerda su vida anterior con Camila. Caza salvaje de aves. Deseos impuros de Albanio.

  4. Rima al mezzo (endecasílabos con rima interna) [48]: Diálogo. vv. 338-385: Salicio, Albanio (fin). Estrofa de transición. Perlocución de Salicio (confesión). Desesperación de Albanio.

  5. Tercetos encadenados(YZYZ) [295]: Diálogo. vv. 386-680: Salicio, Albanio (fin). Albanio cuenta su historia. Pérdida de Camila. Quejas de Albanio. Apelación a ninfas, bosques, natura. Suicidio fracasado (la naturaleza no lo permite). Deseo de soledad.

  6. Estancias (39): Diálogo. vv. 681-719: Salicio, Albanio (fin). Optimismo de Salicio. Transición.

  7. Rima al mezzo (46): Monólogo. vv. 720-765: Camila (fin). Camila entra de caza. Beatus ille. Duerme.

  8. Tercetos encadenados (168): Diálogo de cuatro. vv. 766-933: Albanio, Camila, Salicio (fin), Nemoroso. Albanio descubre a Camila durmiendo. La despierta. Trata de hablar con ella pero ella logra huir de él. Deseo de muerte de Albanio. Intervención de Salicio y Nemoroso. Empieza la locura de Albanio.

  9. Rima al mezzo (98): Diálogo de tres. vv. 934-1031: Albanio, Nemoroso, Salicio (fin). Albanio intenta suicidarse. Salicio y Nemoroso impiden que se suicide y lo atan. Albanio se duerme.

  10. Tercetos encadenados (YZYZ) [97]: Diálogo. vv. 1032-1128: Nemoroso (fin), Salicio. Se habla de la cura de Albanio. El río Tormes. Severo en la tierra de Alba. Nemoroso fue curado de amor por Severo.

  11. Rima al mezzo (700): «Diálogo». vv. 1129-1828: Salicio, Nemoroso (fin). Invocación a las ninfas. Elogio de la Casa de Alba: Nemoroso narra cómo el río Tormes le mostró a Severo una urna de sucesos futuros de la casa de Alba [Don García Álvarez de Toledo, I Duque de Alba (m. 1430); Don Fadrique Álvarez de Toledo, II Duque de AlbaDon Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel (1507-1582), III Duque de Alba [Boscán, ayo de Don Fernando], dones de los dioses Mercurio, Marte, Apolo, Venus,, Esculapio e Himeneo, quien le otorga a María Enríquez de Toledo, prima y esposa de Don Fernando, triunfos de Don Fernando en Francia, Alemania y Austria contra Solimán el Magnífico [Suleyman the Magnificent, Sultán del imperio Otomano turco], guerra internacional de flamencos, italianos, españoles y alemanes, vuelta a España por Barcelona, Aragón y Castilla. Fin de la «lectura» de la urna. El río Tormes se niega a seguir adelante, sin comentar el cometa Halley de 1531. Fin de elogio y transición. (1460-1531); Don García, quien muere a los 23 años, y su esposa Doña Beatriz de Pimentel, madre de

  12. Estancias (26): Monólogo. vv. 1829-1854: Salicio (fin). Salicio, Nemoroso (fin). Salicio queda pasmado y no duda de la eficacia de la cura de Albanio, llevada a cabo en un cercano futuro por Severo.

  13. Tercetos (YZYZ) [31]: Diálogo. vv. 1855-1885: Nemoroso (fin), Salicio. Anochece. Llevarán a Albanio a ver a Severo antes de que amanezca. Albanio ha permanecido dormido.

Égloga tercera de Garcilaso:

Escrita en 1536. Octavas reales (única vez que usa esta forma Garcilaso).
Bases clásicas: Virgilio, Geórgicas IV; Virgilio, Égloga VII; Ovidio, Metamorfosis IV. 1-41, 389-415; Sannazaro, Prosa XII de Arcadia; Catulo, poema lxiv.
Hablante lírico ----MENSAJE---- [destinatario] María [la Virreina Doña María Osorio Pimentel, esposa de Don Pedro de Toledo, Virrey de Nápoles, quienes tenían cuatro hijas--Leonor, Juana, Ana e Isabel-- y 2 hijos--Don Fadrique y Don García.
MENSAJE: Descripción de amores imposibles o desgraciados.



Estructura de la égloga tercera (47 octavas reales):





      1. I. Introducción. Invocación a María (Doña María Osorio Pimentel, esposa de Don Pedro de Toledo, Virrey de Nápoles y tío del Duque de Alba. Descripción del paisaje. Alusión a los pintores clásicos Apeles (Alejandro, Venus) y Timantes («Sacrificio de Ifigenía») [15 octavas: octavas 1-15].

      2. II. ÉGLOGA PISCATORIA (23 octavas: octavas 16-38):

      3. A. Lienzos de las ninfas (18 octavas: octavas 16-33):

      4. 1. Filódice («quien coge hojas»): Orfeo y Eurídice (3 octavas: octavas 16-18).

      5. 2. Dinámene («poderosa en el mar»): Apolo y Dafne (3 octavas: octavas 19-21).

      6. 3. Climene («riego»): Adonis y Venus (3 octavas: octavas 22-24).

      7. 4. Nise («nadar, isla» [Inés de Castro, degollada]): Elisa y Nemoroso. Elisa es la ninfa degollada (degollada significa «desangrada», como Isabel Freyre [variante ygualada [amortajada]) [9 octavas: octavas 25-33). Una diosa escribe el epitafio de Elisa.

      8. III. Transición (5 octavas: octavas 34-38): Conclusión a la parte piscatoria de la égloga. Introducción a la parte bucólica, que contiene los cantos amebeos de Tirreno y Alcino.

      9. IV. ÉGLOGA BUCÓLICA (8 octavas: 39-46): Canciones amebeas (competencia/disputa de trovadores/alternancia):

      10. A. Tirreno, quien ama a Flérida (4 octavas: octavas 39, 41, 43, 45).

      11. B. Alcino, quien ama a Filis (4 octavas: octavas 40, 42, 44, 46).

      12. V. Conclusión a la égloga (1 octava: octava 47).


lunes, 9 de febrero de 2009

San Juan de la Cruz




Biografía.




Era hijo de Gonzalo de Yepes y de Catalina Álvarez, tejedores de buratos y de escasos recursos económicos. El padre y el hermano pequeño, Luis, mueren cuando Juan tiene sólo tres años, por lo que la madre y los dos hijos restantes (Francisco y el propio Juan) se ven obligados por la acuciante pobreza (las penalidades pasadas hicieron de Juan un hombre de escasa corpulencia, bastante bajo de estatura (Santa Teresa lo llamaba "mi medio fraile") a trasladarse primero a Arévalo (donde viven durante cuatro años) y en 1551 a Medina del Campo. El incremento de fortuna que les reportó el matrimonio del hermano mayor consiguió que se establecieran allí definitivamente. Juan, gracias a su condición de pobre de solemnidad, puede asistir al Colegio de los Niños de la Doctrina, privilegio que le obliga a realizar ciertas contraprestaciones, como asistir en el convento, la ayuda a Misa y a los Oficios, el acompañamiento de entierros y la práctica de pedir limosna. La mínima formación recibida en el colegio le capacitó para continuar su formación en el recién creado (1551) colegio de los jesuitas, que le dieron una sólida base en Humanidades. Como alumno externo y a tiempo parcial, debía compaginar sus estudios con un trabajo de asistencia en el Hospital de Nuestra Señora de la Concepción de Medina, especializado en la curación de enfermedades venéreas contagiosas.
Así, pues, entre 1559 y 1563, estudia con los jesuitas; durante los primeros tres años, recibe la formación según la novedosa ratio studiorum, en la que el latín era la base de todo el currículum; en el cuarto año, aparte de recibir instrucción retórica, aprende a escribir en latín, a construir versos en este idioma y a traducir a Cicerón, Julio César, Virgilio, Ovidio, Marcial y Horacio. Simultáneamente, vive las nuevas corrientes del Humanismo cristiano, con estilo y comportamientos renovados en la pedagogía.
A los veintiún años, en 1563, ingresa en los Padres Carmelitas de Medina (orden de los Carmelitas) y adopta el nombre de fray Juan de Santo Matía. Tras realizar el noviciado entre 1563 y 1564 en el convento de Santa Ana, se traslada a Salamanca donde estudiará en el Colegio de San Andrés de los Cármenes entre 1564 y 1567 los tres cursos preceptivos para bachillerarse en Artes. Durante el tercer curso, fue nombrado, por sus destrezas dialécticas, prefecto de estudiantes en el colegio de San Andrés.
En 1567 regresa a Medina del Campo por unos pocos días para ser ordenado presbítero y celebrar su primera misa en presencia de su hermano, del resto de su familia y de sus amigos del convento. Allí conocerá a Teresa de Cepeda y Ahumada, futura santa Teresa de Jesús, que había llegado a la ciudad para fundar una nueva sede de su Reforma Carmelita, los llamados carmelitas descalzos. Teresa convence a Juan y lo une a su causa de reforma de su orden. Ésta, reformada, tropezó con una gran hostilidad por parte de los carmelitas calzados.
Juan regresa a Salamanca e inicia estudios de Teología durante el curso 1567-1568, pero solo termina un curso -los preceptivos hubieran sido cuatro- por lo que no obtuvo ni siquiera el grado de bachiller.
En agosto de 1568 abandona Salamanca para acompañar a Teresa en su fundación femenina de Valladolid.
El 28 de noviembre de 1568 funda en Duruelo el primer convento de Descalzos de la rama masculina del Carmelo Descalzo siguiendo la Regla Primitiva, esto es, un establecimiento que propugna el retorno a la práctica original de la Orden; en la ceremonia, cambia su nombre por el de fray Juan de la Cruz. En 1570 la fundación se trasladó a Mancera, donde Juan desempeñó el cargo de Subprior y Maestro de novicios; tras una estancia en Pastrana para poner en marcha su noviciado, se establece en 1571 en Alcalá de Henares como Rector del colegio recién fundado.
Juan se convierte en uno de los principales formadores para los nuevos adeptos a esta reforma carmelitana. En 1572 viaja, invitado por Teresa de Jesús, al Convento de la Encarnación en Ávila, en donde asumirá las tareas de Vicario y Confesor de las monjas. Permanecerá aquí hasta finales de 1577, por lo que acompañará a la madre Teresa a la fundación de diversos conventos de Descalzas, como el de Segovia.
Durante este periodo, en el seno de la Orden del Carmelo se habían agravado los conflictos jurisdiccionales entre los carmelitas calzados y descalzos, debidos a distintos enfoques espirituales de la reforma; por lo demás, el pleito se enmarcaba también en la confrontación entre el poder real y el pontificio por dominar el sector de las órdenes religiosas. Así, en 1575, el Capítulo General de los Carmelitas decidió enviar un visitador de la Orden para suprimir los convento fundados sin licencia del General y de recluir a la madre Teresa en un convento. Finalmente, en 1580 el Carmelo Descalzo se erige en Provincia exenta y en 1588 es reconocida como Orden.
En este contexto es en el que se produce el encarcelamiento de Juan de la Cruz, quien ya en 1575 había sido detenido y encarcelado en Medina del Campo durante unos días por los frailes calzados. La noche del 3 de diciembre de 1577 Juan de la Cruz es nuevamente apresado y trasladado al convento de frailes carmelitas de Toledo, donde es obligado a comparecer ante un tribunal de frailes calzados para retractarse de la Reforma teresiana. Ante su negativa, es recluido en una prisión conventual durante ocho meses.
Durante este periodo de reclusión escribe las treinta y una primeras estrofas del Cántico espiritual (en la versión conocida como protocántico), varios romances y el poema de la fonte, y los canta en su estrecha reclusión para consolarse.
Tras concienciarse de que su liberación iba a ser difícil, planea detenidamente su fuga y entre el 16 y el 18 de mayo de 1578, con la ayuda de un carcelero, se escapa en medio de la noche y se acoge en el convento de las Madres Carmelitas Descalzas, también en Toledo. Para mayor seguridad, las monjas lo envían al Hospital de Santa Cruz, en el que estuvo mes y medio.
En 1578 se dirige a Andalucía para recuperarse completamente. Pasa por Almodóvar del Campo, cuna de los místicos San Juan de Ávila y San Juan Bautista de la Concepción, y luego llega como Vicario al convento de El Calvario en la serranía jienense. Entabla amistad con Ana de Jesús, tras algunas visitas a la fundación de Beas de Segura.
En junio de 1579 se establece en la fundación de Baeza donde permanece como Rector del Colegio Mayor hasta 1582, en que marcha para Granada tras ser nombrado Tercer Definidor y Prior de los Mártires de esa ciudad. Realiza numerosos viajes por Andalucía y Portugal, por razones del cargo. En 1588 es elegido Primer Definidor y Tercer Consiliario de la Consulta, la cual le traslada a Segovia.
Tras un nuevo enfrentamiento doctrinal en 1590, es destituido en 1591 de todos sus cargos, y queda como simple súbdito de la comunidad. Durante su viaje de vuelta a Segovia, cae enfermo en el convento de La Peñuela y es trasladado a Úbeda, donde muere la noche del 13 al 14 de diciembre.


Obra literaria de San Juan de la Cruz.


La obra de San Juan de la Cruz ha sido, desde siempre, enfocada desde dos perspectivas, la teológica y la literaria, que, en muchas ocasiones, se han presentado mezcladas.
Desde el punto de vista religioso,
la obra de San Juan sufre una serie de manipulaciones tendentes a integrarla dentro de los límites y convenciones de la ortodoxia. Probablemente, la primera manipulación la realiza el propio autor cuando se decide a redactar los comentarios.
La cita hace referencia a los comentarios o paráfrasis explicativa que Juan de la Cruz escribió para su obra más importante, el llamado Cántico espiritual, con una finalidad didáctica como resultado de las dificultades de adaptar la estructura del poema al esquema del itinerario místico (las tres vías y los tres estados correlativos).
Esta presencia teológica sobre su obra, y en concreto sobre el Cántico, se ha manifestado también en las constantes manipulaciones de tipo editorial que ha sufrido, en forma de añadidos al título o de epígrafes para determinados grupos de estrofas del poema.
Consecuentemente, una importante rama de los estudios sanjuanistas se ha dedicado a demostrar la adecuación de lo escrito por San Juan a la ortodoxia religiosa católica, privilegiando los Comentarios en prosa sobre la poesía.
Por otro lado, es frecuente en el estudio literario de su obra que o bien se den saltos continuos a lo teológico, o bien que se estudien de forma conjunta la poesía y los Comentarios doctrinales del propio poeta, con la idea de que estos son necesarios para comprender aquella.
Frente a esta vertiente de los estudios sanjuanistas, se encuentra otra que postula que
la necesidad (o posibilidad) de la interpretación religiosa es algo que debe ser argumentado y discutido en cada caso,
en tanto que el sentido objetivo de la poesía de San Juan no obliga necesariamente a aceptar un significado religioso.
Combinando la antigua simbología del Cantar de los cantares con las fórmulas propias del petrarquismo, produjo una rica literatura mística, que hunde sus raíces en la teología tomista y en los místicos medievales alemanes y flamencos. Su producción refleja una amplia formación religiosa, aunque deja traslucir el influjo del Cancionero tradicional del siglo XVI, sobre todo en el uso del amor profano (las figuras del amante y de la amada) para simbolizar y representar el sentimiento místico del amor divino.
La estrofa más empleada en sus poemas es la lira, aunque demuestra igual soltura en el uso del romance octosílabo.
San Juan utiliza determinados recursos estilísticos con una profusión y madurez poco frecuentes, dando un nuevo y más profundo sentido a las expresiones paradójicas («cauterio suave») y las exclamaciones estremecedoras («¡Oh, llama de amor viva!») habituales en los cancioneros.
Lo que mejor define su poesía es su extraordinaria intensidad expresiva, gracias a la perfecta adecuación y el equilibrio de cada una de sus imágenes. A ello contribuye así mismo su tendencia a abandonar el registro discursivo y eliminar nexos neutros carentes de valor estético para buscar una yuxtaposición constante de elementos poéticos de gran plasticidad.


Obras
Noche oscura, Cántico espiritual y Llama de amor viva son sus tres obras poéticas capitales, a las cuales corresponden varias obras en prosa que les sirven de corolario explicativo, dado el hermetismo simbólico de su poesía: Subida al monte Carmelo, Noche oscura del alma, Llama de amor viva (las tres reunidas en el volumen Obras espirituales que encaminan a un alma a la unión perfecta con Dios) y Cántico espiritual.
Además de estas tres composiciones, San Juan es autor de 7 poemas más (a los que se suelen añadir varios de autoría discutida). Esos poemas son (se cita el primer verso): "Entréme donde no supe", "Vivo sin vivir en mí", "Tras de un amoroso lance", "Un pastorcico, solo, está penado", "Aquella eterna fonte está escondida", "En el principio moraba" y "Encima de las corrientes".





La noche oscura


Canciones del alma que se goza de haber llegado al


alto estado de la perfección, que es la unión con Dios, por el camino de la negación espiritual.




En una noche oscura,

con ansias en amores inflamada,

(¡oh dichosa ventura!)

salí sin ser notada,

estando ya mi casa sosegada.

A oscuras y segura,

por la secreta escala disfrazada,

(¡oh dichosa ventura!)

a oscuras y en celada,

estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa,en secreto,

que nadie me veía,

ni yo miraba cosa,

sin otra luz ni guía

sino la que en el corazón ardía.

Aquésta me guïaba

más cierta que la luz del mediodía,

adonde me esperaba

quien yo bien me sabía,

en parte donde nadie parecía.

¡Oh noche que me guiaste!,

¡oh noche amable más que el alborada!,

¡oh noche que juntaste amado con amada,

amada en el amado transformada!

En mi pecho florido,

que entero para él solo se guardaba,

allí quedó dormido,

y yo le regalaba,

y el ventalle de cedros aire daba.

El aire de la almena,

cuando yo sus cabellos esparcía,

con su mano serenaen mi cuello hería,

y todos mis sentidos suspendía.

Quedéme y olvidéme,

el rostro recliné sobre el amado,

cesó todo, y dejéme,

dejando mi cuidado

entre las azucenas olvidado.